Minientrada sexual, vol. 9

Aún sin mirarme, sin siquiera tocarme, logras encender mi deseo por ti.

Es un deseo que duerme atento a sentirte cerca, a olerte, a acariciarte.

Una frase de tus dedos dibujada en mi silueta podría encender un bosque entero.

Hay una llama dentro de mi que espera paciente, tranquila, sabiendo que volverás.

A veces te presiente distante, distraído, desviado del camino donde quiero recorrerte.

Pero un giro inesperado hace que todo regrese a ese punto de partida que tanto me excita.

Los comentarios sutiles y hasta inocentes que se escapan de ambos lados hacen que la llama se emocione, agarre fuerza, tome pasión y color.

Logras mantenerla allí, a la expectativa.

Recordar tus manos recorriendo mi piel es mi ejercicio favorito para mantener viva la imaginación.

Mi memoria se pasea por tus labios, por tus brazos, tu espalda, tus piernas, tus glúteos….

Hago un dibujo libre con la yema de mis dedos apuntando al infinito.

Te recuerdo casi tan perfecto como esas noches de espaldas al resto del mundo.

Quizás te sorprende saber que mi imaginación se mantiene tan viva aún después de todo este tiempo,

pero cuando dejas esa huella en una mujer, es difícil que ella te olvide.

Sigo siendo esa mujer que te desea.

Eres el punto de gravedad que me trae a la tierra del placer.

Y yo me quiero volver a perder allí.

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El soundtrack de este post es John Mayer – Gravity

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